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viernes, 27 de junio de 2014

ESTE HOGAR ES CATOLICO


ESTE HOGAR ES CATÓLICO

San Pablo nos dijo: “Al hombre que promueve divisiones o sectas dentro de la iglesia, después de la primera y segunda amonestación, deséchenlo, rompan todo trato con él. Sabiendo que es oveja descarriada y responsable de su condenación” (Ti 3,10).

¿QUE SON LAS "SECTAS"? La palabra “secta” viene de “secare” que significa “cortar”. “Secta”

¿Será cierto que Jesús quiso fundar varias Iglesias? Claro que no:“Yo soy el buen pastor que conozco las mías y las mías me conocen a mí. Tengo otras ovejas, que no son de este corral. A ellas también las llamaré y oirán mi voz: habrá UN SOLO REBAÑO, como hay un solo pastor (Jn 10,14-16). En realidad la voluntad de Cristo es muy clara: «Que todos sean uno» (Jn 17,21). El que se aparta, para formar otro grupo, tiene que saber claramente que se está portando mal, poniéndose en contra de la voluntad clara de Cristo. Jesús quiere la unidad de todos los que creen en su nombre. La división viene del pecado y del demonio. Cada uno va proclamando: Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Pedro, yo soy de Cristo, ¿Acaso está dividido Cristo? (1Cor 1,12-13). Hijitos míos, es la última hora, y se les dijo que tendría que llegar el Anticristo; en realidad, ya han venido varios anticristos, por donde comprobamos que ésta es la última hora. Ellos salieron de entre nosotros mismos, aunque realmente no eran de los nuestros. Si hubieran sido de los nuestros, se habrían quedado con nosotros. Al salir ellos, vimos claramente que entre nosotros  no todos eran de los nuestros (1Jn 2,18-19).

Alguna vez oíste decir: «Yo antes era católico y era borracho, ateo, no conocía a Dios; ahora ya soy hermano” Que “la religión católica es mala; los católicos son borrachos, ladrones, mentirosos...; los católicos no conocen la Palabra de Dios; a los católicos les está prohibido estudiar la Biblia...», y cosas por el estilo. A quienes dicen así, les pregunto: «¿Conocen de veras la Iglesia Católica? ¿Conocen a los verdaderos católicos?» Fíjense que en todas partes hay verdaderos católicos, que conocen y viven su fe en profundidad y tienen una vida honesta, según las enseñanzas de Cristo. Tenemos hombres santos: San Martin de Porres, Santa Rosa de Lima, San Antonio de Padua, San Francisco de Asís, Santa Clara, etc.
Y si no conocen la Iglesia Católica en sus enseñanzas y en sus mejores exponentes, ¿por qué hablan mal de la Iglesia? Te das cuenta que Juzgan sin conocer. Dijo Jesús: “No juzgues, no serás juzgado, no condenes no serás condenado, perdona se te perdonara, con la vara que midas serás medido” (Lc 6,37).
Desde luego que habrá algunos malos católicos, borrachos, que no van a misa, no leen la Biblia, etc. No justificamos esas actitudes. Pero son unos cuantos, ellos y cada uno dará un día cuentas a Dios. A mí no me compete juzgar y condenar a nadie. (Stg 4,12). Así como también imagino que habrá buenos hermanos protestantes, y malos protestantes; pero que por unos cuentos buenos que sean no les da derecho decir que son de la iglesia verdadera, y más aún, me digan que ellos solo son santos y puros, no es cierto.

Cristo fundó una sola Iglesia
Antes que nada, es un hecho indiscutible que Jesús fundó una sola Iglesia. El pasaje de San Mateo es muy claro al respecto: “Tú eres Pedro, o sea Piedra, y sobre esta piedra edificaré MI IGLESIA” (Mt 16,18). Y no ha dicho “sobre esta piedra edificaré mis iglesias”. Así que Jesús ya fundó su única Iglesia hace más dos mil años. Pero que luego alguien diga que “recibí en sueños una nueva revelación” como dicen los protestantes para fundar una nueva iglesia, eso no cierto. Hay hombres santos que como san Francisco de Asís que han recibido verdaderas revelaciones de Dios, pero no por eso buscaron fundar su propia Iglesia. Hoy, Dios sigue enviando muchos santos a la Iglesia, y son para enriquecer más a la única iglesia en sus diversas formas y carismas de vida, pero es un único espíritu que obra todo en todos (I Cor 12,4)

La Iglesia que fundó Cristo llegará hasta el fin del mundo.  Algunos dicen: «Es cierto que Jesús fundó una sola Iglesia. Pero esta se acabó pronto por la mala conducta de sus miembros. Ahora “la única Iglesia verdadera” es la mía, porque el fundador de mi iglesia fue enviado por Dios mediante sueños y visiones y es santo y todos nosotros si somos santos”. Esto es falso. En realidad, Jesús no dijo que su Iglesia pronto se acabaría o durará hasta cuando sus miembros se porten bien, sino que dijo: “Los poderes del infierno no prevalecerán contra ella (Mt 16,18). Que habrá problemas, dificultades, traiciones si; Jesús mismo tuvo problemas y por eso dijo: “Si el mundo les odia, sepan que a mí me ha odiado antes que a Uds” (Jn 15,18) “Uds en el mundo serán perseguidos por mí, pero sean valientes, yo he vencido al mundo” (Jn 16,33) pero nadie ni nada logrará destruir esta Iglesia fundada por Cristo: ni el judaísmo, ni el paganismo del imperio romano, ni los falsos discípulos de Cristo, ni los gobiernos, ni los ateos, ni la masonería, ni las sectas, ni Satanás. La Iglesia que fundó Cristo, llegará hasta el fin del mundo: “Yo estaré con ustedes, TODOS LOS DÍAS, hasta que termine este mundo” (Mt 28,20). No dijo Jesús: «Si se portan bien, estaré con ustedes; pero si se portan mal, los voy a abandonar y fundaré otras Iglesias mucho mejores, mediante sueños y visiones». Nada de esto dijo. Jesús fundó una sola Iglesia y esta llegará hasta el fin del mundo. Si otro quiere fundar otra Iglesia, que lo haga; pero no vaya diciendo que es la Iglesia de Cristo.

Hoy, ante la proliferación de gran cantidad de SECTAS que se consideran «Iglesias de Cristo», la pregunta es: ¿Cuál es la verdadera Iglesia? La que fundó Cristo, Jesús personalmente, cuando vivió en este mundo, y que cuenta con todos los poderes que Cristo entregó a Pedro las llaves para que lo administre (Mt 16,19); Pero “me amas más que estos? Pedro: Si Señor, sabes que te amo. Pastorea mis ovejas (Jn 21,15-17). Y a los apóstoles: “Así como el Padre me envió, los envió a Uds, y reciban el don del Espíritu Santo” (Jn 19,21-22)

¿Por qué Iglesia Católica, si en la Biblia no hay esa palabra?  Iglesia Católica porque Dijo Jesús: “Que todos los pueblos seas mis discípulos” (Mt 28,19); Sobre esta piedra edifico mi Iglesia (Mt 16,18); Uds serán mis testigos… hasta los confines del mundo” (Hch 1,8). Católico viene del griego: Kathòlikus, Katha= a través de; Olos= Todo; atreves del todo= Universal; Iglesia Universal=Iglesia Católica. “Que todos los pueblos seas mis discípulos” (Mt 28,19). “Si Uds. perseveran en mis palabras, serán mis verdaderos discípulos, y conocerán la verdad” (Jn 8,31-32). “Yo soy la verdad y camino” (Jn 14,6) Solamente la Iglesia Católica posee la plenitud de la verdad y de los medios de santificación (I Tm 3,15).

Una Iglesia visible
Para la mayoría de los evangélicos, «la Iglesia, cuerpo místico de Cristo, no se puede identificar con ninguna entidad eclesiástica en particular, sino que se compone de todos los que hayan puesto su fe en nuestro Señor Jesucristo». Para nosotros católicos, la Iglesia que funda Jesús es precisamente la Iglesia Católica. En realidad, entre todas las iglesias que existen actualmente, es la única que llega hasta Cristo. Las demás tuvieron otros fundadores. La Iglesia es inseparable de Cristo, porque Él mismo la fundó sobre los Doce apóstoles, poniendo a Pedro como cabeza (Jn 21,15-17). No se puede aceptar a Cristo y rechazar la Iglesia. Dijo Jesús: “El que recibe a ustedes, a mí me recibe, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió (Mt 10,40). Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes (Jn 20,22). Si no oyere a la Iglesia, tenle por gentil y publicano (Mt 18,17).

La Iglesia y el Reino de Dios
El mensaje de Jesús tiene como centro la proclamación del Reino de Dios. ¿Qué es el Reino de Dios? Es un mundo nuevo, en el cual Dios es el Rey, que actúa con justicia en su Hijo: Ya llega a regir la tierra; regirá el orbe con justicia y a los pueblos con fidelidad (Sal 96,13). “El Hijo de Dios gobernará por siempre sobre el pueblo de Jacob y su reino no terminará jamás” (Lc 1,32).

Una Iglesia de santos y pecadores
En la misma Biblia se habla de la Iglesia como de un campo, donde crece trigo y hierba mala (Mt 13,24-30). En la primitiva comunidad cristiana, guiada por los mismos apóstoles, había muchos problemas e infidelidades, con casos de mentira (Ananías y Safira: Hech 5,1-11), de inmoralidad sexual (1Cor 5), de inconformidades y chismes, por lo cual los apóstoles tuvieron que establecer los diáconos (Hech 6, 1-7), de envidias (1Cor 3, 1-4), etc. Entre los mismos apóstoles, ¿no hubo un Judas que traicionó a Jesús y llegó a ahorcarse por soberbia? ¿No hubo un Pedro que negó a Jesús por miedo y después se arrepintió, siguiendo como jefe al frente del grupo de los apóstoles y de todo el rebaño de Cristo? ( Jn 21, 15-17). ¿Por qué, entonces, tenemos que extrañarnos, si en la Iglesia de Cristo de ahora y de todos los tiempos encontramos buenos y malos, santos y pecadores, en todos los niveles? ¿Acaso en el Antiguo Pueblo de Dios hubo puros santos?

 El fariseo y el publicano
El pretender una Iglesia de puros santos es una grave tentación que ha dado origen a muchas sectas, que después se llenaron de pecado y llegaron a desintegrarse. En efecto, ¿dónde están ahora las innumerables sectas que se formaron durante el primer milenio de la Iglesia? Donde etas los Esenios? Los Fariseos? Los Anahares? Los Valdenses? Los Cátaros?  Todas desaparecieron. A este propósito es oportuno recordar la parábola del fariseo y el publicano (Lc 18,9-14). Hay que desconfiar mucho de los que pretenden ser santos como el fariseo y desprecian la Iglesia Católica calificándonos de la prostituta, la ramera, etc. (Mt 7,15). Jesús dijo “Por sus frutos les conocerán” (Mt 7,16). “Quien es de Dios vive en la verdad, justicia, amor; quien es del diablo, vive en la mentira, odio, injusticia” (IJn 3,10).

El ejemplo de la familia
Además la Iglesia es como una familia. Y como en cada familia, hay de todo: hermanos que se portan bien y hermanos que se portan mal. Hasta los mismos papás pueden tener defectos. Pues bien ¿qué pensarías de un hermano que dijera:  «Puesto que en mi hogar hay muchos problemas, me voy a vivir en la casa del vecino, donde hay pura paz y tranquilidad»? Sin duda no estarías de acuerdo con su actuación. En efecto, en lugar de ayudar a resolver los problemas de su familia, con su decisión los aumentaría más. Y es lo que está pasando con muchos católicos. En lugar de ayudar a resolver los problemas que existen dentro de la Iglesia, la abandonan y después hacen todo lo posible para seguir sacando a otros. Y esto está muy mal.

Así que nunca se te ocurra a ti hacer algo parecido, y si ya lo hiciste por ignorancia, orgullo o malos consejos que te dieron, arrepiéntete de una vez y regresa a la única Iglesia que fundó Cristo personalmente cuando vivió en este mundo y que nunca se acabará. Acuérdate: «Cometer errores es humano; perseverar en ellos es diabólico».

 Confianza en Cristo
«Maldito el hombre que confía en otro hombre» (Jer 17,5), dice la Biblia. Yo, por mi parte, prefiero mil veces confiar en Cristo, que fundó la Iglesia Católica y le aseguró que iba a durar hasta el fin de los tiempos, que en otros hombres que fundaron otras iglesias. Según ellos, Jesús no tuvo el poder para cumplir con su promesa de que su Iglesia duraría para siempre, hasta el último día. Mientras ellos sí que tienen este poder. Ellos se consideran más poderosos que Cristo, puesto que sus iglesias nunca van a desaparecer. ¡Pobres ilusos! Por lo menos, esta es mi fe inquebrantable en Cristo y en la Iglesia que Él fundó y a la cual me siento orgulloso de pertenecer.

Hoy, hay muchas sectas, y nos preguntamos: «¿Quiénes tienen la culpa de esta triste situación de familia dividida?» Resulta difícil dar una respuesta tajante:

Un mirada retrospectiva a nuestra coyuntura eclesial.

Al terminar la Edad Media XV, la Iglesia Católica se encontraba en una triste situación moral que alcanzaba hasta las más altas jerarquías eclesiásticas. Se dedicaba a buscar honores, diversiones y dinero era la aspiración de muchos sacerdotes, obispos, cardenales. Hubo uno que otro predicador que trató de poner remedio a esta situación, como los Mendicantes (Franciscanos) pero sin conseguir mayores resultados importantes, hasta que intervino la separación protestante, llamada Reforma protestante encabezada por un religioso católico llamado Martin Lutero. Que sacudió a la Iglesia, la despertó del largo sueño y la lanzó hacia una renovación general, que se llamó Contrarreforma.

Rebelión de Lutero
La chispa que dio inicio al incendio fue el permiso, que el Papa León X concedió al Príncipe Alberto de Maguncia (Alemania), de predicar las indulgencias con el objeto de sacar fondos para la construcción de la basílica de San Pedro en Roma (año 1517). Fray Martín Lutero (1483-1546), sacerdote agustino, se levantó indignado contra los abusos que se cometían en este campo. Publicó 95 proposiciones acerca de la doctrina de las indulgencias, llenas de ataques en contra de la autoridad eclesiástica. Muchos se adhirieron a su posición. Lutero siguió adelante, afirmando que la Iglesia es una sociedad invisible, de la cual puede apartar solamente el pecado y no el castigo de la autoridad eclesiástica. El Papa ordenó que se hiciera un juicio contra Lutero, que fue presidido por el cardenal Cayetano (1518). No obstante que Lutero fuera reconocido culpable, no se pudo proceder en contra de él, por la protección que gozaba de parte de Federico, príncipe de Sajonia. Esto dio alas a Lutero, que llegó a negar el Primado Pontificio y la infalibilidad de los concilios.

Juan Eck, uno de los más destacados teólogos de la época, polemizó con el agustino rebelde (1519). Pero este no se retractó. Al contrario, radicalizó más su posición, afirmando la igualdad entre sacerdotes y laicos, y la libertad de todo cristiano para interpretar la Biblia. Dirigió sus ataques contra el celibato casándose en matrimonio civil con la monja Catalina Von el 13 de Junio de 1525. Lutero afirmó que la fe en Jesucristo, que consiste en una ilimitada confianza en su misericordia, es la que salvan y no las obras ni los sacramentos. Según Lutero, antes del pecado original, el hombre era libre y sano. Después del pecado, su naturaleza quedó profundamente afectada, sin equilibrio, ni fuerza, ni libertad para resistir frente al mal. Por lo tanto, todos sus actos son manchados por el pecado y son pecaminosos. Solamente una fuerte fe en Cristo lo puede salvar, permitiéndole que sus actos pecaminosos no le sean imputados.



Excomunión: El año 1521 el Papa León X excomulgó a Lutero. Para evitar la división del imperio, Carlos V lo invitó a Worms para que aclarara su pensamiento. No hubo ningún resultado favorable. Algunos príncipes alemanes se pusieron del lado de Lutero, para quedarse con los bienes de la Iglesia. En 1530 el emperador Carlos V citó a la conferencia de Augsburgo para recomponer la unidad. No tuvo éxito. Al contrario, se formó la Liga Esmalkalda, ejército protestante para luchar en contra del emperador católico. El año 1546 murió Lutero. Con la Paz de Augsburgo (1555) se aceptó definitivamente el hecho de la división religiosa.

Multiplicación de las divisiones
Basándose en el principio de la libre interpretación de la Biblia, pronto empezaron a surgir un sinfín de opiniones diferentes, que dieron origen a otras tantas divisiones. Thomas Münzer, muerto en 1525, desconociendo la validez del bautismo impartido a los niños, dio origen al grupo de los anabaptistas (= rebautizantes) y encabezó el levantamiento de los campesinos (1522-1525), que fue sofocado en la sangre. Ulrico Zwinglio (1484-1531) negó la presencia de Cristo en la Eucaristía y el sacramento del bautismo. En lo demás aceptó completamente la posición luterana. Sus ideas se impusieron en Zürich, Suiza pero sus partidarios tuvieron que pelear contra los cantones católicos y fueron vencidos en la batalla de Kappel (11 de octubre de 1531), en la que fue mortalmente herido. En el año de 1532, Calvino fundó un grupo aparte en Ginebra (Suiza), aceptando el luteranismo y desarrollando la doctrina de la predestinación.

Juan Knox en 1560 fundó en Escocia el presbiterianismo, aceptando las posiciones calvinistas.

Enrique VIII, rey de Inglaterra del 1509 al 1547, no consiguiendo del papa la anulación del matrimonio con Catalina de Aragón, proclamó la independencia de la Iglesia anglicana (1534), declarándose como su jefe espiritual.  Una vez rota la unidad con la única Iglesia que fundó Cristo, cada uno, por interés, orgullo o buena intención, se sentía libre de seguir «su» camino, dando origen a un sinfín de divisiones, que hasta la fecha siguen surgiendo y desapareciendo. Y todo esto naturalmente está en contra de la unidad querida por Cristo. ¿Cuántas sectas más se fundarán? Solo lo sabe el enemigo. San Juan sabiamente nos ha dicho: “En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del demonio: El que es de Dios vive en la justicia, en el amor y la verdad; el que es del diablo vive en la injusticia, en el odio y en la mentira” (I Jn 3,10).