ESTE HOGAR ES CATÓLICO
San Pablo nos dijo: “Al hombre que promueve divisiones o
sectas dentro de la iglesia, después de la primera y segunda amonestación,
deséchenlo, rompan todo trato con él. Sabiendo que es oveja descarriada y
responsable de su condenación” (Ti 3,10).
¿QUE SON LAS "SECTAS"? La palabra “secta” viene de
“secare” que significa “cortar”. “Secta”
¿Será cierto que Jesús quiso fundar varias Iglesias? Claro que no:“Yo soy el buen pastor que conozco las mías y las mías me
conocen a mí. Tengo otras ovejas, que no son de este corral. A ellas también
las llamaré y oirán mi voz: habrá UN SOLO REBAÑO, como hay un solo pastor (Jn
10,14-16). En realidad la voluntad de Cristo es muy clara: «Que todos sean uno»
(Jn 17,21). El que se aparta, para formar otro grupo, tiene que saber
claramente que se está portando mal, poniéndose en contra de la voluntad clara
de Cristo. Jesús quiere la unidad de todos los que creen en su nombre. La
división viene del pecado y del demonio. Cada uno va proclamando: Yo soy de
Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Pedro, yo soy de Cristo, ¿Acaso está dividido
Cristo? (1Cor 1,12-13). Hijitos míos, es la última hora, y se les dijo que
tendría que llegar el Anticristo; en realidad, ya han venido varios
anticristos, por donde comprobamos que ésta es la última hora. Ellos salieron
de entre nosotros mismos, aunque realmente no eran de los nuestros. Si hubieran
sido de los nuestros, se habrían quedado con nosotros. Al salir ellos, vimos
claramente que entre nosotros no todos
eran de los nuestros (1Jn 2,18-19).
Alguna vez oíste decir: «Yo antes era católico y era
borracho, ateo, no conocía a Dios; ahora ya soy hermano” Que “la religión
católica es mala; los católicos son borrachos, ladrones, mentirosos...; los
católicos no conocen la Palabra de Dios; a los católicos les está prohibido
estudiar la Biblia...», y cosas por el estilo. A quienes dicen así, les
pregunto: «¿Conocen de veras la Iglesia Católica? ¿Conocen a los verdaderos
católicos?» Fíjense que en todas partes hay verdaderos católicos, que conocen y
viven su fe en profundidad y tienen una vida honesta, según las enseñanzas de
Cristo. Tenemos hombres santos: San Martin de Porres, Santa Rosa de Lima, San
Antonio de Padua, San Francisco de Asís, Santa Clara, etc.
Y si no conocen la Iglesia Católica en sus enseñanzas y en
sus mejores exponentes, ¿por qué hablan mal de la Iglesia? Te das cuenta que Juzgan
sin conocer. Dijo Jesús: “No juzgues, no serás juzgado, no condenes no serás
condenado, perdona se te perdonara, con la vara que midas serás medido” (Lc
6,37).
Desde luego que habrá algunos malos católicos, borrachos,
que no van a misa, no leen la Biblia, etc. No justificamos esas actitudes. Pero
son unos cuantos, ellos y cada uno dará un día cuentas a Dios. A mí no me
compete juzgar y condenar a nadie. (Stg 4,12). Así como también imagino que habrá
buenos hermanos protestantes, y malos protestantes; pero que por unos cuentos
buenos que sean no les da derecho decir que son de la iglesia verdadera, y más aún,
me digan que ellos solo son santos y puros, no es cierto.
Cristo fundó una sola Iglesia
Antes que nada, es un hecho indiscutible que Jesús fundó una
sola Iglesia. El pasaje de San Mateo es muy claro al respecto: “Tú eres Pedro,
o sea Piedra, y sobre esta piedra edificaré MI IGLESIA” (Mt 16,18). Y no ha
dicho “sobre esta piedra edificaré mis iglesias”. Así que Jesús ya fundó su única
Iglesia hace más dos mil años. Pero que luego alguien diga que “recibí en
sueños una nueva revelación” como dicen los protestantes para fundar una nueva
iglesia, eso no cierto. Hay hombres santos que como san Francisco de Asís que han
recibido verdaderas revelaciones de Dios, pero no por eso buscaron fundar su
propia Iglesia. Hoy, Dios sigue enviando muchos santos a la Iglesia, y son para
enriquecer más a la única iglesia en sus diversas formas y carismas de vida,
pero es un único espíritu que obra todo en todos (I Cor 12,4)
La Iglesia que fundó Cristo llegará hasta el fin del mundo. Algunos dicen: «Es cierto que Jesús fundó una
sola Iglesia. Pero esta se acabó pronto por la mala conducta de sus miembros.
Ahora “la única Iglesia verdadera” es la mía, porque el fundador de mi iglesia
fue enviado por Dios mediante sueños y visiones y es santo y todos nosotros si
somos santos”. Esto es falso. En realidad, Jesús no dijo que su Iglesia pronto
se acabaría o durará hasta cuando sus miembros se porten bien, sino que dijo: “Los
poderes del infierno no prevalecerán contra ella (Mt 16,18). Que habrá problemas,
dificultades, traiciones si; Jesús mismo tuvo problemas y por eso dijo: “Si el
mundo les odia, sepan que a mí me ha odiado antes que a Uds” (Jn 15,18) “Uds en
el mundo serán perseguidos por mí, pero sean valientes, yo he vencido al mundo”
(Jn 16,33) pero nadie ni nada logrará destruir esta Iglesia fundada por Cristo:
ni el judaísmo, ni el paganismo del imperio romano, ni los falsos discípulos de
Cristo, ni los gobiernos, ni los ateos, ni la masonería, ni las sectas, ni
Satanás. La Iglesia que fundó Cristo, llegará hasta el fin del mundo: “Yo
estaré con ustedes, TODOS LOS DÍAS, hasta que termine este mundo” (Mt 28,20). No
dijo Jesús: «Si se portan bien, estaré con ustedes; pero si se portan mal, los
voy a abandonar y fundaré otras Iglesias mucho mejores, mediante sueños y
visiones». Nada de esto dijo. Jesús fundó una sola Iglesia y esta llegará hasta
el fin del mundo. Si otro quiere fundar otra Iglesia, que lo haga; pero no vaya
diciendo que es la Iglesia de Cristo.
Hoy, ante la proliferación de gran cantidad de SECTAS que se
consideran «Iglesias de Cristo», la pregunta es: ¿Cuál es la verdadera Iglesia?
La que fundó Cristo, Jesús personalmente, cuando vivió en este mundo, y que
cuenta con todos los poderes que Cristo entregó a Pedro las llaves para que lo
administre (Mt 16,19); Pero “me amas más que estos? Pedro: Si Señor, sabes que
te amo. Pastorea mis ovejas (Jn 21,15-17). Y a los apóstoles: “Así como el
Padre me envió, los envió a Uds, y reciban el don del Espíritu Santo” (Jn
19,21-22)
¿Por qué Iglesia Católica, si en la Biblia no hay esa
palabra? Iglesia Católica porque Dijo Jesús:
“Que todos los pueblos seas mis discípulos” (Mt 28,19); Sobre esta piedra
edifico mi Iglesia (Mt 16,18); Uds serán mis testigos… hasta los confines del
mundo” (Hch 1,8). Católico viene del griego: Kathòlikus, Katha= a través de;
Olos= Todo; atreves del todo= Universal; Iglesia Universal=Iglesia Católica. “Que
todos los pueblos seas mis discípulos” (Mt 28,19). “Si Uds. perseveran en mis
palabras, serán mis verdaderos discípulos, y conocerán la verdad” (Jn 8,31-32).
“Yo soy la verdad y camino” (Jn 14,6) Solamente la Iglesia Católica posee la
plenitud de la verdad y de los medios de santificación (I Tm 3,15).
Una Iglesia visible
Para la mayoría de los evangélicos, «la Iglesia, cuerpo
místico de Cristo, no se puede identificar con ninguna entidad eclesiástica en
particular, sino que se compone de todos los que hayan puesto su fe en nuestro
Señor Jesucristo». Para nosotros católicos, la Iglesia que funda Jesús es
precisamente la Iglesia Católica. En realidad, entre todas las iglesias que
existen actualmente, es la única que llega hasta Cristo. Las demás tuvieron
otros fundadores. La Iglesia es inseparable de Cristo, porque Él mismo la fundó
sobre los Doce apóstoles, poniendo a Pedro como cabeza (Jn 21,15-17). No se
puede aceptar a Cristo y rechazar la Iglesia. Dijo Jesús: “El que recibe a
ustedes, a mí me recibe, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió (Mt
10,40). Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes (Jn 20,22). Si
no oyere a la Iglesia, tenle por gentil y publicano (Mt 18,17).
La Iglesia y el Reino de Dios
El mensaje de Jesús tiene como centro la proclamación del
Reino de Dios. ¿Qué es el Reino de Dios? Es un mundo nuevo, en el cual Dios es
el Rey, que actúa con justicia en su Hijo: Ya llega a regir la tierra; regirá
el orbe con justicia y a los pueblos con fidelidad (Sal 96,13). “El Hijo de
Dios gobernará por siempre sobre el pueblo de Jacob y su reino no terminará jamás”
(Lc 1,32).
Una Iglesia de santos y pecadores
En la misma Biblia se habla de la Iglesia como de un campo,
donde crece trigo y hierba mala (Mt 13,24-30). En la primitiva comunidad
cristiana, guiada por los mismos apóstoles, había muchos problemas e
infidelidades, con casos de mentira (Ananías y Safira: Hech 5,1-11), de
inmoralidad sexual (1Cor 5), de inconformidades y chismes, por lo cual los
apóstoles tuvieron que establecer los diáconos (Hech 6, 1-7), de envidias (1Cor
3, 1-4), etc. Entre los mismos apóstoles, ¿no hubo un Judas que traicionó a
Jesús y llegó a ahorcarse por soberbia? ¿No hubo un Pedro que negó a Jesús por
miedo y después se arrepintió, siguiendo como jefe al frente del grupo de los
apóstoles y de todo el rebaño de Cristo? ( Jn 21, 15-17). ¿Por qué, entonces,
tenemos que extrañarnos, si en la Iglesia de Cristo de ahora y de todos los
tiempos encontramos buenos y malos, santos y pecadores, en todos los niveles?
¿Acaso en el Antiguo Pueblo de Dios hubo puros santos?
El fariseo y el
publicano
El pretender una Iglesia de puros santos es una grave
tentación que ha dado origen a muchas sectas, que después se llenaron de pecado
y llegaron a desintegrarse. En efecto, ¿dónde están ahora las innumerables
sectas que se formaron durante el primer milenio de la Iglesia? Donde etas los
Esenios? Los Fariseos? Los Anahares? Los Valdenses? Los Cátaros? Todas desaparecieron. A este propósito es
oportuno recordar la parábola del fariseo y el publicano (Lc 18,9-14). Hay que
desconfiar mucho de los que pretenden ser santos como el fariseo y desprecian
la Iglesia Católica calificándonos de la prostituta, la ramera, etc. (Mt 7,15).
Jesús dijo “Por sus frutos les conocerán” (Mt 7,16). “Quien es de Dios vive en
la verdad, justicia, amor; quien es del diablo, vive en la mentira, odio,
injusticia” (IJn 3,10).
El ejemplo de la familia
Además la Iglesia es como una familia. Y como en cada
familia, hay de todo: hermanos que se portan bien y hermanos que se portan mal.
Hasta los mismos papás pueden tener defectos. Pues bien ¿qué pensarías de un
hermano que dijera: «Puesto que en mi
hogar hay muchos problemas, me voy a vivir en la casa del vecino, donde hay
pura paz y tranquilidad»? Sin duda no estarías de acuerdo con su actuación. En
efecto, en lugar de ayudar a resolver los problemas de su familia, con su
decisión los aumentaría más. Y es lo que está pasando con muchos católicos. En
lugar de ayudar a resolver los problemas que existen dentro de la Iglesia, la
abandonan y después hacen todo lo posible para seguir sacando a otros. Y esto
está muy mal.
Así que nunca se te ocurra a ti hacer algo parecido, y si ya
lo hiciste por ignorancia, orgullo o malos consejos que te dieron, arrepiéntete
de una vez y regresa a la única Iglesia que fundó Cristo personalmente cuando
vivió en este mundo y que nunca se acabará. Acuérdate: «Cometer errores es
humano; perseverar en ellos es diabólico».
Confianza en Cristo
«Maldito el hombre que confía en otro hombre» (Jer 17,5),
dice la Biblia. Yo, por mi parte, prefiero mil veces confiar en Cristo, que
fundó la Iglesia Católica y le aseguró que iba a durar hasta el fin de los
tiempos, que en otros hombres que fundaron otras iglesias. Según ellos, Jesús
no tuvo el poder para cumplir con su promesa de que su Iglesia duraría para
siempre, hasta el último día. Mientras ellos sí que tienen este poder. Ellos se
consideran más poderosos que Cristo, puesto que sus iglesias nunca van a
desaparecer. ¡Pobres ilusos! Por lo menos, esta es mi fe inquebrantable en
Cristo y en la Iglesia que Él fundó y a la cual me siento orgulloso de
pertenecer.
Hoy, hay muchas sectas, y nos preguntamos: «¿Quiénes tienen
la culpa de esta triste situación de familia dividida?» Resulta difícil dar una
respuesta tajante:
Un mirada retrospectiva a nuestra coyuntura eclesial.
Al terminar la Edad Media XV, la Iglesia Católica se
encontraba en una triste situación moral que alcanzaba hasta las más altas
jerarquías eclesiásticas. Se dedicaba a buscar honores, diversiones y dinero
era la aspiración de muchos sacerdotes, obispos, cardenales. Hubo uno que otro
predicador que trató de poner remedio a esta situación, como los Mendicantes
(Franciscanos) pero sin conseguir mayores resultados importantes, hasta que
intervino la separación protestante, llamada Reforma protestante encabezada por
un religioso católico llamado Martin Lutero. Que sacudió a la Iglesia, la
despertó del largo sueño y la lanzó hacia una renovación general, que se llamó
Contrarreforma.
Rebelión de Lutero
La chispa que dio inicio al incendio fue el permiso, que el
Papa León X concedió al Príncipe Alberto de Maguncia (Alemania), de predicar
las indulgencias con el objeto de sacar fondos para la construcción de la
basílica de San Pedro en Roma (año 1517). Fray Martín Lutero (1483-1546),
sacerdote agustino, se levantó indignado contra los abusos que se cometían en
este campo. Publicó 95 proposiciones acerca de la doctrina de las indulgencias,
llenas de ataques en contra de la autoridad eclesiástica. Muchos se adhirieron
a su posición. Lutero siguió adelante, afirmando que la Iglesia es una sociedad
invisible, de la cual puede apartar solamente el pecado y no el castigo de la
autoridad eclesiástica. El Papa ordenó que se hiciera un juicio contra Lutero,
que fue presidido por el cardenal Cayetano (1518). No obstante que Lutero fuera
reconocido culpable, no se pudo proceder en contra de él, por la protección que
gozaba de parte de Federico, príncipe de Sajonia. Esto dio alas a Lutero, que
llegó a negar el Primado Pontificio y la infalibilidad de los concilios.
Juan Eck, uno de los más destacados teólogos de la época,
polemizó con el agustino rebelde (1519). Pero este no se retractó. Al
contrario, radicalizó más su posición, afirmando la igualdad entre sacerdotes y
laicos, y la libertad de todo cristiano para interpretar la Biblia. Dirigió sus
ataques contra el celibato casándose en matrimonio civil con la monja Catalina
Von el 13 de Junio de 1525. Lutero afirmó que la fe en Jesucristo, que consiste
en una ilimitada confianza en su misericordia, es la que salvan y no las obras
ni los sacramentos. Según Lutero, antes del pecado original, el hombre era
libre y sano. Después del pecado, su naturaleza quedó profundamente afectada,
sin equilibrio, ni fuerza, ni libertad para resistir frente al mal. Por lo
tanto, todos sus actos son manchados por el pecado y son pecaminosos. Solamente
una fuerte fe en Cristo lo puede salvar, permitiéndole que sus actos
pecaminosos no le sean imputados.
Excomunión: El año 1521 el Papa León X excomulgó a Lutero.
Para evitar la división del imperio, Carlos V lo invitó a Worms para que
aclarara su pensamiento. No hubo ningún resultado favorable. Algunos príncipes
alemanes se pusieron del lado de Lutero, para quedarse con los bienes de la
Iglesia. En 1530 el emperador Carlos V citó a la conferencia de Augsburgo para
recomponer la unidad. No tuvo éxito. Al contrario, se formó la Liga Esmalkalda,
ejército protestante para luchar en contra del emperador católico. El año 1546
murió Lutero. Con la Paz de Augsburgo (1555) se aceptó definitivamente el hecho
de la división religiosa.
Multiplicación de las divisiones
Basándose en el principio de la libre interpretación de la
Biblia, pronto empezaron a surgir un sinfín de opiniones diferentes, que dieron
origen a otras tantas divisiones. Thomas Münzer, muerto en 1525, desconociendo
la validez del bautismo impartido a los niños, dio origen al grupo de los
anabaptistas (= rebautizantes) y encabezó el levantamiento de los campesinos
(1522-1525), que fue sofocado en la sangre. Ulrico Zwinglio (1484-1531) negó la
presencia de Cristo en la Eucaristía y el sacramento del bautismo. En lo demás
aceptó completamente la posición luterana. Sus ideas se impusieron en Zürich,
Suiza pero sus partidarios tuvieron que pelear contra los cantones católicos y
fueron vencidos en la batalla de Kappel (11 de octubre de 1531), en la que fue
mortalmente herido. En el año de 1532, Calvino fundó un grupo aparte en Ginebra
(Suiza), aceptando el luteranismo y desarrollando la doctrina de la
predestinación.
Juan Knox en 1560 fundó en Escocia el presbiterianismo,
aceptando las posiciones calvinistas.
Enrique VIII, rey de Inglaterra del 1509 al 1547, no
consiguiendo del papa la anulación del matrimonio con Catalina de Aragón,
proclamó la independencia de la Iglesia anglicana (1534), declarándose como su
jefe espiritual. Una vez rota la unidad
con la única Iglesia que fundó Cristo, cada uno, por interés, orgullo o buena
intención, se sentía libre de seguir «su» camino, dando origen a un sinfín de
divisiones, que hasta la fecha siguen surgiendo y desapareciendo. Y todo esto
naturalmente está en contra de la unidad querida por Cristo. ¿Cuántas sectas más
se fundarán? Solo lo sabe el enemigo. San Juan sabiamente nos ha dicho: “En
esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del demonio: El que es de Dios
vive en la justicia, en el amor y la verdad; el que es del diablo vive en la injusticia,
en el odio y en la mentira” (I Jn 3,10).